Permite invertir pequeñas cantidades de dinero en proyectos inmobiliarios gigantes
Nota de prensa · 23 febrero, 2018 · Ignacio Gallego para Capital Madrid · El
denominado Crowdlending inmobiliario es una nueva tendencia que se ha instalado en el sector de la inversión, pero con unos planteamientos sensiblemente diferentes con respecto a los tradicionales. Esta nueva fórmula basa su estrategia en tomar posiciones en el sector inmobiliario, pero sin realizar excesivos esfuerzos monetarios, y conjuntamente con otros inversores con las mismas características.
Con el objetivo de participar en los beneficios de la compra de cualquier inmueble (viviendas, locales o incluso oficinas). Como consecuencia de esta estrategia, estas son más fáciles de cumplir ya que debido a los bajos importes que requieren su inversión permite el acceso a prácticamente todas las economías domésticas.
Todo ello, en un contexto como el actual, en donde el mercado inmobiliario está en franca progresión en España. Formando parte muy activa en el Producto Interior Bruto (PIB) que cerró el pasado ejercicio con un alza del 3,1 %. Aunque desde recientemente el Fondo Monetario Internacional (FMI) se haya rebajado sus previsiones hasta el 2,4 % para el 2018.
Las perspectivas del sector son claramente positivas a tenor de los datos aportados por el reciente informe Mercado Residencial en España que ha sido elaborado por Servihabitat. En el que se pone de manifiesto que la compraventa de viviendas crecerá más de un 18 % en 2018, por encima de las 550.000. Una cifra que invita a la inversión a través de la adquisición de inmuebles y de forma indirecta en los valores del sector inmobiliario que cotizan en la renta variable española. Pero si no se dispone del poder adquisitivo para hacer frente a estas operaciones siempre quedará el recurso de optar por el crowdlending inmobiliario. Aunque con una serie de sombras que serán necesarias advertir para prevenir posibles incidencias en la inversión.
Esta estrategia tan innovadora permite a los grupos inversores la financiación de proyectos que tienen relación con el sector inmobiliario, sin surgir a las líneas de crédito que ofrecen las entidades financieras. De esta manera, se consiguen eliminar una serie de gastos en sus operaciones que les reducen el coste de los proyectos. No en vano, son los pequeños inversores que se la ofrecen para que puedan ser recompensados por medio de una rentabilidad que puede alcanzar el 15 %. En cualquier caso, más complicado de obtener a través de los mercados de renta variable y totalmente imposible en la renta fija o productos bancarios (depósitos a plazo, pagarés o planes de ahorro).
No obstante, no es un rendimiento fijo todos los años, ni tan siquiera en meses. Sino que por el contrario, depende de la evolución en el precio de la vivienda. Este es uno de los principales motivos por lo que se genera unas oscilaciones notables de unas operaciones a otras en función del momento en que se invierte el dinero. No siempre es el mismo y por tanto hay que aprovechar la tendencia alcista del mercado inmobiliario para mejorar el interés. Mientras mayor sea el crecimiento económico más altos serán los beneficios que obtengan los inversores. A través de una horquilla de rentabilidades que oscilan desde el 2 % al 15 %. Otra de las características más relevantes del crowdlending es que abarca toda la clase de proyectos inmobiliarios, desde la compra de inmuebles hasta los pisos de alquiler.
Se requiere esperar un poco de tiempo para obtener los beneficios estimados, entre seis meses y tres años aproximadamente. Este es uno de los inconvenientes que conlleva esta inversión. Aunque el más importante se deriva de la poca transparencia que pueden aportar las plataformas de crowdlending. Para subsanar este posible problema, los inversores tendrán que cerciorarse de que estas empresas estén registradas en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). No en vano, es la mejor estrategia para evitar incidencias en las operaciones.
Además, este modelo colaborativo de inversión no permite realizar grandes inversiones. Sino que por el contrario, las aportaciones mínimas oscilan entre 50 y 10.000 euros. A no ser que el inversor esté acreditado y en cuyo caso estará en condiciones de superar estos márgenes. Aunque para ello será necesario que aporte una solvencia en sus cuentas personales. Como por ejemplo, tener unos ingresos anuales de más de 50.000 euros y un patrimonio financiero superior a 100.000 euros. A partir de este momento ya sólo quedará el proyecto inmobiliario que pueda ser más rentable, en función de su ubicación y de las características del proyecto.